lunes, 9 de mayo de 2016

CAPITULO 13: INOCENCIA E INVULNERABILIDAD

El Espíritu Santo comparte el objetivo de todos los buenos maestros cuya meta final es: hacerse innecesario. Al enseñarle a sus alumnos todo lo que ellos saben. Limpiar su mente de la culpabilidad que lo mantiene atrapado. La culpabilidad te impide ver a Cristo.

En el extraño mundo que has inventado, te percibes como culpable y por lo tanto creas un mundo de castigo. Sin embargo la impecabilidad de Cristo es la prueba de que el ego no existe y no existirá jamás.

No es en el tiempo donde no eres culpable sino en la eternidad. Has pecado en el pasado pero el pasado no existe. El tiempo parece ser lineal pero cuando llegues a su final, se enrolla hacia el pasado y desaparecerá.

El padre no es cruel y tu no puedes herirte a ti mismo. La venganza que crees y temes es pura ilusión no es verdad.
Cristo dice: me verás a medida que aprendas que eres inocente y que cada uno está tratando de salir de la prisión que el mismo a fabricado. El tiempo es una ilusión pues ya eres inocente. Lo eres ahora.

Cuando hayas aceptado la expiación te darás cuenta de que no hay culpabilidad y sólo cuando veas inocencia podrás entender su unicidad. Sólo te puedes condenar a ti mismo y esto te impide reconocer que eres hijo de Dios. El hijo de Dios fue creado del amor y vive en el amor.

A medida que veas a los santos compañeros que viajan a tu lado te darás cuenta de que no hay viaje sino despertar. No hay ningún camino que recorrer ni tiempo para hacerlo.

Eres invulnerable porque estás libre de culpa. Y sólo mediante la culpa te aferras al pasado. La culpabilidad clama castigo y sólo puede ser en un tiempo unidimensional, que comienza en el pasado y se extiende al futuro.  La culpabilidad la usas para conservar el futuro y el pasado en tu mente y asi le das continuidad al ego. Tu continuidad viene de Dios no del ego.

Aceptar la expiación te enseña lo que es la inmortalidad, pues al aceptar que estás libre de culpa desaparece el pasado y que el futuro nunca llegará. Dios nunca ha condenado a su hijo que al ser inocente es eterno.

El ego cree en la expiación por medio del ataque, para el  el ataque es igual es la salvación y eso es demente.

El ego te enseña a que te ataques xq eres culpable. Así no te podrás librar de la culpabilidad xq al atacar le das realidad sin embargo el Espíritu Santo la desvanece mediante el conocimiento de que nunca existió.

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