sábado, 23 de julio de 2016

CAPITULO 20: PARTE V: LOS HERALDOS DE LA ETERNIDAD

HERALDOS: MENSAJEROS O COMUNICADORES DE MENSAJES.
1. En este mundo, nos acercamos al máximo a nosotros mismos en una relación Santa. Sólo en el tiempo se puede perder algo, pero nunca para siempre. Así pues, las partes separadas del Hijo de Dios se unen gradualmente en el tiempo y con cada Unión el final del tiempo se aproxima aún más. Cada milagro de unión es un poderoso HERALDO ( mensajero) de la eternidad.

2. Cada Heraldo (mensajero) de la eternidad anuncia el fin del pecado y del miedo. Dos voces que se alzan juntas hacen  un llamamiento al corazón de todos para que se hagan de un solo latir. Y en ese latir se proclama la unidad del amor y se le da la bienvenida. Lo que le das a tu hermano es para el bien de todos y todo el mundo se alegra gracias a tu regalo.

3. Es imposible sobre estimar la valía de tu hermano. Sólo el ego ( la personalidad) hace eso, y eso quiere decir que desea a el otro para si mismo y por lo tanto, lo valora poco. No juzgues lo que es invisible para ti, o no lo podrás ver. Espera con paciencia su llegada. Se te concederá ver la valía de tu hermano cuando sólo le desees la paz. Lo que le desees a el será lo que tu recibas.

4. La valía de tu hermano fue establecida por Su Padre y tu te volverás consciente de ella cuando recibas el regalo que tu Padre te hace a través de él. Lo que se encuentra en el brillará tanto en tu agradecida visión que sólo podrás amarlo y serás feliz.

5. El cuerpo de tu hermano tiene poca utilidad para ti como para el. Cuando se usa bajo las enseñanzas del Espíritu Santo, no tiene función alguna. Las mentes no necesitan cuerpo para comunicarse. Y mientras sigas viendo a tu hermano como un cuerpo, los medios y el fin no estarán en armonía.

6. Ves cada instante santo como un punto diferente en el tiempo. Siempre es el mismo instante. Todo lo que jamás hubo o habrá se en el se encuentra aquí ahora mismo. En el instante santo se encuentra todo. En el se encuentra la belleza de tu relación, con los medios y el fin perfectamente armonizados ya.

7. Ese regalo restituye las leyes de Dios en tu memoria. Y sólo por recordarlas, te olvidas de las leyes que te mantenían prisionero del dolor y de la muerte. Tu hermano es el regalo y no lo sabe y tu tampoco. Aquel que ve el regalo en ti y en tu hermano lo ofrecerá y lo recibir por vosotros dos. Y a través de su visión lo verás y a través de su entendimiento lo reconocerás y lo amarás como tuyo propio.

8. Consuelate, y siente como el espíritu cuida de ti con amor y con perfecto confianza en lo que ve. El conoce al Hijo de Dios y comparte la certeza de su padre de que el universo descansa a salvo y en paz en sus tiernas manos.



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